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envozalta

Primum non nocere

La traducción de la locución latina primum non nocere, atribuida a Hipócrates, acepta varias formas, aunque se reconocen diferencias sutiles entre ellas:

  • Primero no hacer daño
  • Sobre todo no hacer daño
  • Ante todo no hacer daño
  • Primero que nada no dañar
  • Antes que nada no dañar

En su interpretación más literal, el primum non nocere provocaría una parálisis operativa, pues obligaría a evitar cualquier acción médica, dado que todas ellas tienen el riesgo de dañar. La potencialidad de hacer daño es inherente a la práctica de la medicina. Sin embargo existen ciertas premisas propias del propio actor de sanar. Más que no hacer daño, el precepto contenido en el juramento hipocrático considera una auténtica ponderación del cociente beneficio/daño, es decir, la decisión que en algunos casos vale la pena correr el riesgo de producir una daño puesto que se obtendrá un beneficio considerable y, en todo caso, siempre intentando minimizar tanto el riesgo como la magnitud del daño mismo.
 
Supongamos por un instante que el daño ya está hecho. Imaginemos que alguien ha sido capaz, sin ningún tipo de arrepentimiento por su parte y jactándose de sus actos, de asesinar a 25 personas. Supongamos de igual modo que esa misma persona decide infligirse un daño mortífero; pongamos por caso una huelga de hambre. Nos encontramos pues ante un dilema moral: ayudar al asesino o no obrar y respetar su voluntad. Para mí la respuesta es bien sencilla. Primum non nocere. O dicho en román paladino, si ésa es tu voluntad adelante con ella hasta las últimas consecuencias. De otro modo dejamos una peligrosa puerta abierta ante casos similares que acabarían por desmerecer y dejar inservibles los preceptos del Estado de Derecho. Sobre todo, porque para solicitar que te liberen de ese 'gravísimo daño' al que te autosometes lo primero que debiste pensar, alimaña, fue en no dañar a los demás.

1 comentario

Tara -

Los dilemas morales, y la doble moralidad existen desde que existe la vida y mas concretamente la sociedad como tal, cada uno puede acogerse a ser dueño de disponer de como quiere terminar sus dias, dichoso aquel que llega a tener ese don, pero.............