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envozalta

8 años

Austria vive estos días convulsionada ante los últimos acontecimientos. Se trata del caso de Natascha Kampusch, la niña que ha permanecido 8 años secuestrada en un sótano. La pequeña tenía 10 años cuando su captor, Wolfgang Priklopil, la introdujo en su camioneta, en el mes de marzo de 1998. La adolescente logró liberarse ayer miércoles y pudo esconderse en el jardín de una casa en la localidad de Strasshof, al norte de Viena, cerca de la vivienda que se había convertido en su cárcel —y su hogar— durante este tiempo.

¿Qué tipo de vida le espera a partir de ahora a Natascha? Ésta es la pregunta del millón. Como es lógico, o eso dicen los que entienden de esto, se ha generado un vínculo emocional entre ella y su raptor —el famoso síndrome de Estocolmo—. Aunque él no podrá dar explicaciones de por qué la retuvo en un zulo de tres por cuatro metros. El hombre se suicidó arrojándose a las vías del tren y murió aplastado por un cercanías.

El monstruo se había dedicado a lo largo de todos estos años a ¿educar? a la joven y, no es que fuera un pigmalión del siglo XXI, a utilizarla como esclava sexual. Todos estos antecedentes no auguran una existencia tranquila para Natascha. En su mayoría de edad deberá enfrentarse a una existencia marcada por los abusos y la represión y tendrá que reestablecer sus vínculos emocionales con sus padres biológicos. Pero, ¿cómo? ¿Es posible reeducar a alguien que ha vivido un sinfín de penalidades con una absoluta privación de libertad?

Natascha dejó de ser una niña aquel día de marzo y hoy, de vuelta con sus padres, tiene por delante un camino tortuoso y trabado. Incomprensión, miedo, acoso mediático, preguntas y más preguntas. El fin de la inocencia conlleva un buen número de sinsabores para el común de los mortales, pero ¿de qué manera puede una niña tener una vida normal después de lo que ha vivido? Sin duda, lo único que ahora desea es recuperar la inocencia perdida, dormir y despertar creyendo que todo fue un mal sueño. Sin embargo, 8 años desfilarán noche tras noche en una pesadilla difícil de olvidar.

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